El costo de interacción es la suma del esfuerzo físico y mental que requiere completar una tarea. Mirar, hacer scroll, buscar, leer, hacer clic, esperar, escribir, pensar, recordar… todo eso suma.
Cuanto más alto es el costo de interacción, más difícil se vuelve para alguien lograr lo que quiere. Y lo bueno de esto es que se puede medir. Eso significa que puedes reducirlo conscientemente para que las personas logren sus objetivos de forma más fluida.
Claro, mientras más funciones tenga un producto, más difícil es mantener bajo ese costo. Por eso muchas apps simples, que hacen solo una cosa pero la hacen bien, suelen ser las más exitosas.
¿Cómo reducir el costo de interacción?
Muchos principios de UX ayudan con esto, pero aquí van 3 estrategias que marcan una gran diferencia:
1. Mantén las acciones relacionadas cerca
Según la Ley de Fitts, cuanto más cerca y más grande esté un objetivo, más rápido será hacer clic en él. Así que mantén las acciones cerca del elemento al que pertenecen, y asegúrate de que tengan un área lo suficientemente grande (mínimo 48pt x 48pt es una buena referencia).
2. Elimina distracciones innecesarias
Banners animados, pop-ups molestos y elementos visuales que no aportan valor solo hacen una cosa: desviar la atención de lo importante. Entre menos cosas compitan por la atención del usuario, más rápido podrá completar su tarea.
3. Reduce las opciones
De acuerdo con la Ley de Hick, mientras más opciones tenga una persona, más tarda en tomar una decisión. Así de simple.
Reduce la cantidad de opciones para que las decisiones sean más rápidas. También puedes resaltar las opciones recomendadas o más populares para facilitar la elección.
Un ejemplo real de costo de interacción
Imagina que estás en una página de producto y quieres agregar 2 unidades al carrito.
Para hacerlo, necesitas:
- Abrir un menú desplegable (clic)
- Buscar el número deseado (scroll)
- Seleccionarlo (clic)
- Mover el cursor hasta el botón de “Agregar al carrito” (movimiento)
- Hacer clic en él
Total: 3 clics, 1 scroll y un movimiento de mouse que puede ser molesto (especialmente para personas con dificultades motoras).

Ahora, vamos a optimizarlo:
- En lugar de un menú desplegable, usamos un stepper (botones + y -).
- Esto permite aumentar o disminuir la cantidad con un solo clic.
- También permitimos escribir el número si se prefiere.
- Movemos el botón de “Agregar al carrito” justo al lado del stepper.
Resultado: solo 2 clics y un movimiento mínimo del cursor. Además, al alinear el botón a la izquierda, ayudamos a quienes usan magnificadores de pantalla a no perderlo de vista.

Este mismo principio lo puedes aplicar en cualquier interfaz: desde una tienda en línea hasta una app de gestión de tareas. Cada elemento que obligue al usuario a pensar de más, moverse innecesariamente o tomar decisiones confusas, suma al costo total.
Cada micro-interacción cuenta. Incluso un clic extra, un scroll mal ubicado o una opción mal ordenada puede hacer que alguien abandone el proceso.
Reducir el costo de interacción no es un detalle menor ni un lujo de diseño: es parte esencial de construir experiencias más humanas, eficientes y accesibles.